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30 de diciembre de 2015

Crucifixión.



Me llamó el amor
ofreciéndome sus caminos duros y accidentados, 
y siguiéndolo a ciegas sin titubear en cada paso,
me envolvió en sus alas sin mostrar la cara de la daga oculta en su plumaje, 
del que no se sale ileso y la herida que deja es mortífera.

Creí en su voz, 
dejándole desbaratar la calma de mis días 
a sabiendas que traería la crucifixión en mi existencia,

-así como engrandeció mis sueños,
los podó de raíz sacudiéndolos duramente-

en plena desnudez de entrega apaleó sin piedad 
dejando al descubierto la fragilidad del corazón 
ahora temeroso y diluido en lágrimas negras.

(Nunca es demasiado sentir la ternura de una caricia, 
más si conocer el dolor que desampara).


Yayone Guereta.







                                                                                        

12 de diciembre de 2015

Donde no hallarse.



Esta noche inclemente me atrapa entre sus fauces,

en la espesura de su bruma me arrodilla 
y me ofrece despiadada  su cara más destructiva.

Fracturo en pedazos las parcelas de mi mente 
donde evalúo mi propio juicio,

y en el momento que el sentido 
toca el hemisferio donde se hallan las emociones, 

el polo opuesto comete el sacrilegio de tragárselas
y con la misma vehemencia se transforma en un iceberg, 

( una estocada magistral que inflige el cerebro) 

y desaparece el llanto, 
la risa, la piel que se eriza, 
el dolor que ya no lastima.

Esta noche inclemente tan corrosiva 
donde no hallarse es padecer, lo que en verdad se suspira.



Yayone Guereta.
                                                                                                                                                                 


7 de diciembre de 2015

En la eternidad de su costado.



Es mi silencio un canto a la libertad que esparzo
entre las partículas de un aire que roza su cintura,

(más no es la misma libertad).

Es un deseo en el que quiero florecer clamando al universo para ser fruto,

(no siendo flor ni alimento en su amplitud).

Es un querer arrancar esa música prisionera en sonidos que desea escapar,

(más no soy instrumento que envuelve).

Es hablar bajito como ese aire que recoge todos los secretos

y guardar en la memoria
si fuimos un sueño o el beso que hallé en la eternidad de su costado.



Yayone Guereta.