No me culpes si en mis párpados solo existen noches,
en su abrir y cerrar quieren huir del día,
donde no atisban ni un retazo de luz -la que dicen-,
que da vida, y los míos quieren partir.
Quizás sea el temor de la piel,
que tirita cuando siente,
y se estremece,
con el viento gélido, la lluvia fría,
y gime desconsolada a la ausencia del roce,
la que le elevó a los cielos,
tocando cada constelación con las yemas de sus dedos.
No me culpes si dejo de existir,
mis alas quedaron sin plumas,
rotas, sin ningún devenir,
y no queda mas reflejo, que mi propio batir,
donde las piedras son el espejo,
que he de combatir.
Dile a tus labios que esperen,
que a mi boca han de sentir.
Yayone Guereta.
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