Dejé de ser
en la preñez de su vientre,
de flotar en el vaivén de sus aguas.
Dejé de ser abrigo y cobijo en la desnudez,
la que me dio la vida.
la que me dio la vida.
Dejé de ser de su matriz, y ahora soy sin ser.
La voz que me acunó en arrullo yace en el campo santo
tendida,
descansando en el tiempo y el espacio, perenne en el silencio.
La voz que me acunó en arrullo yace en el campo santo
tendida,
descansando en el tiempo y el espacio, perenne en el silencio.
Y aunque extienda mis manos en un querer atraparla entre el universo,
desaparece como los suspiros sin su nombre en la nada.
desaparece como los suspiros sin su nombre en la nada.
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