Si cediese en esta vida
y volviese la primavera a tocar mi puerta,
decid que me fue imposible despedirme de ella
que la noche trémula del lluvioso invierno
lloré un mundo golpeando mis párpados
y con mis lágrimas quise empapar sus praderas.
Pero mi sueño fue tan profundo
-que soñando-
se secaron en la espera,
apoderándose de mi la oscuridad sin poder llamarla
con mis labios de piedra.
Decidle también que no se angustie
pues sé, que sobre mi sepultura la veré
ofrendando con toda dulzura su cosecha de flores frescas
sabe que fui de rosas blancas / amistad perpetua/
y de rosas rojas / amor y pasión hasta la médula/.
Y si por un infortunio
no os encontraseis para darle el salvoconducto que en mi desaparecer menciono,
que nadie se preocupe,
que a mi falta notará como se quiebra una parte de su esencia,
en la psique de mis letras.
Yayone Guereta.
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