Esta noche inclemente me atrapa entre sus fauces,
en la espesura de su bruma me arrodilla
y me ofrece despiadada su cara más destructiva.
Fracturo en pedazos las parcelas de mi mente
donde evalúo mi propio juicio,
y en el momento que el sentido
toca el hemisferio donde se hallan las emociones,
el polo opuesto comete el sacrilegio de tragárselas
y con la misma vehemencia se transforma en un iceberg,
( una estocada magistral que inflige el cerebro)
y desaparece el llanto,
la risa, la piel que se eriza,
el dolor que ya no lastima.
Esta noche inclemente tan corrosiva
donde no hallarse es padecer, lo que en verdad se suspira.
Yayone Guereta.
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