Peregrina de mis pasos
quise hacer en su piel mi nido
donde también quise ser sombra de sus estigmas
que con la venda de mi alma sanaría las heridas vertiéndolas al olvido.
quise hacer en su piel mi nido
donde también quise ser sombra de sus estigmas
que con la venda de mi alma sanaría las heridas vertiéndolas al olvido.
Más al olvido rezo olvidar, viniendo a mi perdido
como vino la angustia del abatido
con las manos calladas desnudas, paradas, sin vida,
como vino la angustia del abatido
con las manos calladas desnudas, paradas, sin vida,
de un último suspiro.
Más fui viento en un labio tardío
una caricia áspera por la avaricia de la mano torpe sin trazo
que aspiraba alcanzar un cuero que de por si,
una caricia áspera por la avaricia de la mano torpe sin trazo
que aspiraba alcanzar un cuero que de por si,
ya se reconocía así mismo.
Si hubiese advertido no ser aliento de un soñado anhelo
y sin querer rellenar los huecos vacíos,
alcanzarían a distinguirse las almas para caminar en plena libertad propia,
sin obligación a la caricia, ni implorando, un cariño vencido.
alcanzarían a distinguirse las almas para caminar en plena libertad propia,
sin obligación a la caricia, ni implorando, un cariño vencido.
Esparzo al aire el amor que es mi esencia,
los vientos sabrán que aún, sé amar.
Yayone Guereta.